Aunque los hombres poseen la mayoría de los carnés, año a año más mujeres solicitan y obtienen la licencia nacional de conducir. Ese incremento de autorizaciones para manejar vehículos, que alcanza al tercio (28%) de los carnés expedidos, no se traduce, sin embargo, en un aumento real de las conductoras. Ocurre que ellas manejan dos de cada diez autos y motos observados por la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV). El estudio presentado el 7 de enero pasado sugiere que esto puede deberse a que, ante el caso de compartir la posesión del vehículo, por cuestiones culturales es el varón quien asume la posición del conductor más allá de que la mujer también tenga acceso a una licencia. “Los datos expuestos sobre la conducción en Argentina indican que la actividad de conducir es una práctica eminentemente masculina, exponiéndose los varones a una mayor probabilidad de verse involucrados en siniestros viales”, expresa el informe.

Por primera vez, el Observatorio Vial de la ANSV aplicó la perspectiva de género en el análisis de lo que sucede en las calles de la Argentina. El resultado es una foto inédita sobre la cultura que incide en quién y cómo maneja, y en quiénes padecen la inseguridad provocada por el tránsito. El análisis recuerda que, en la Argentina, la siniestralidad vial es considerada una epidemia puesto que hay casi 11 víctimas fatales cada 100.000 habitantes. Según datos oficiales, 4.911 personas fallecieron por esta causa en 2019: si se suman los casi 117.000 heridos, el total de víctimas directas de la inseguridad vial para aquel año asciende a 122.061.

El fenómeno afecta a toda la población, pero no todos los grupos contribuyen a la inseguridad y la padecen en la misma medida. En 2019 -año que se toma de referencia por tratarse del último período previo a la pandemia-, cerca del 10% de la ciudadanía obtuvo o renovó su licencia (se emitieron 4,1 millones de carnés). “En términos porcentuales, la distribución de las licencias según género indica que el 72% corresponde a varones y el 28%, a mujeres”, dice el informe “Principales Indicadores de Seguridad Vial con Perspectiva de Género” (está disponible en argentina.gob.ar).

Algo varonil

La tendencia es que haya más conductoras habilitadas. Como muestra la tabla incluida a continuación, la cantidad de licencias otorgadas a las mujeres durante los últimos 10 años muestra que existe un gradual incremento. En 2010, la cantidad de licencias emitidas para mujeres fue de 20.229 mientras que esa cifra alcanzó los 1.141.494 plásticos en 2019. Se trata de una suba del 55% en una década.

El avance se concentra en mayor medida en las licencias clase A para motos seguida de la B para autos particulares. Fuera de estos grandes grupos, las mujeres permanecen sumamente rezagadas. Por ejemplo, eran varones el 99,7% de quienes disponían en 2019 de una autorización para conducir transportes de cargas y de pasajeros entre las provincias argentinas (licencia nacional de transporte interjurisdiccional). A modo de ejemplo, sólo 32 de las casi 23.000 personas habilitadas para llevar mercancías peligrosas eran mujeres en aquel momento.

Una cosa sigue siendo sacar la licencia y otra agarrar efectivamente el volante. El Observatorio Vial registró que únicamente dos de cada 10 autos y motos son manejados por mujeres sobre la base del análisis de más de 130.000 casos. Es apenas más frecuente ver motocicletas conducidas por ellas que automóviles. “Se observa que la conducción de vehículos en Argentina es una práctica masculina”, concluye el estudio.

El análisis pionero de la ANSV sostiene que la seguridad vial está atravesada por estereotipos, por roles y por el sistema de género. Al respecto dice: “desde temprana edad y mediante distintas instituciones de la sociedad, las personas aprenden y reproducen modelos de conducta, valores, roles, actividades, preferencias, etcétera, que les son atribuidos como propios a cada género. Estos procesos de construcción de masculinidades y feminidades tienen como efecto que a mujeres y varones se les asocie un deber ser correspondiente a lo esperable para lo femenino y lo masculino, y la formación de estereotipos de género para cada uno de ellos”.

El estudio afirma que forman parte de esos modelos la idea de que enfrentar riesgos es una conducta varonil, algo que podría tener vinculación con comportamientos viales riesgosos por parte de varones como conductores de vehículos o peatones. El informe de la Agencia Nacional de Seguridad Vial agrega: “por el contrario, en los discursos dominantes, las mujeres suelen ser estigmatizadas con estereotipos negativos en cuanto a sus capacidades para conducir vehículos, en donde valores asociados a lo femenino representarían modos de conducta que irían en detrimento de las habilidades de conducción”.